El General San Martín

SAN MARTÍN 
Con asma, reuma, casi inválido cruzó los Andes para asumir su obsesión: liberar a este sur del dominio español. Su lucha militar fue, en esencia, política. Organizó el ejército aun contra la voluntad y órdenes del gobierno de Buenos Aires que le importó menos la liberación de España que enfrentar a los caudillos, entre otros a Artigas. Los políticos porteños, influenciados por Rivadavia y el ex compañero de armas de San Martín, Alvear, le ordenaron que regresara para combatir al caudillo uruguayo, quien se enfrentaba a los españoles que dominaban Montevideo. El Libertador se negó y fue declarado rebelde. 
Derrotó a los colonialistas en el futuro Chile –Chacabuco- pero fue sorprendido en Cancha Rayada, reponiéndose rápidamente y se embarcó hacia el Perú donde ingresó triunfante a Lima. Le pidieron que se declarara emperador y se negó. El único emperador que admiró, pero como militar, fue Napoleón Bonaparte contra quien luchó en Bailén. 
Su madre fue india y su padre español. El color de su piel fue cetrino a negro. De ahí que quienes se declararon sus adversarios –que él no generó- lo mencionaran “Negro”, con sentido de ofensa. Cabral, su sargento que le salvó la vida en el combate de San Lorenzo, fue negro. El libertador le rindió homenaje después del combate y lo exaltó en Buenos Aires.  
Solo doce años vivió San Martín en estas tierras y contrajo matrimonio y tuvo una hija, la cual lo acompañó hasta su muerte. 
Merceditas se negó siempre a trasladar su cadáver a Buenos Aires, por los malos tratos que lo ofendieron, pero que él los ignoró porque le interesaba el país libre. Retornó en 1829 pero no desembarcó. Lo visitaron para invitarlo a luchar contra los caudillos y le respondió a Lavalle, quien había sido uno de sus oficiales, que no desenvainaría su espada para luchar contra hermanos, incluyendo a los originarios. 
Mitre y el mitrismo ubicaron a San Martín en la historia como a un militar y héroe máximo, como también elaboraron a Belgrano general. El militarismo también los usa en su beneficio: su metamensaje es que solo un milico podría alcanzar la gloria eterna en esta patria.  Y el pintor Pueyrredón le puso color blanco a su rostro, marcando la concepción racista que solo un blanco puede llegar a ser Libertador. 
El positivismo liberal heredó esa cultura en su trato con los gauchos y los peones agrarios, que se extendió en el siglo XX: primero con la “chusma” radical y los “orilleros” que siguieron a Yrigoyen y después con los “cabecitas negras” del peronismo. 
El militarismo requirió un héroe inmaculado e inventó al San Martín de los primeros textos de nuestra historia que el revisionismo en gran parte lo ubicó en aquella realidad y hoy otros autores, más profundos, lo muestran como objetivamente lo que fue.  
Agosto 17 2013 

Por el Periodista  Canono Elorza. 

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